viernes, 17 de febrero de 2012

Podólogos hablan en público. No dinero, no indicación quirúrgica. Reconocer a un medico imbécil

Vivo entre dos mundos, entre dos ciudades, es el ying/yang. Es bueno apoyar a la profesión y es bueno criticar algunas cosas. Creo que no todo debe de salir a luz publica, ni las opiniones personales. Vean el siguiente video y opinen si todo lo que se dice es correcto.

Tacones y salud. El todo depende. Uy,uy





Los interés de los transportistas franceses, que son los que dominan el mercado marroquí, se los que están detrás de la puñalada trapera a la agricultura española, que es miembro de la CEE. El pleno del Parlamento Europeo ha dado luz verde al nuevo acuerdo agrícola con Marruecos que permitirá una mayor entrada en el mercado comunitario de tomate marroquí. Los agricultores españoles critican el acuerdo porque creen que Rabat no respeta las reglas de precios y contingentes del convenio en vigor y los eurodiputados españoles de los distintos grupos anunciaron que votarían en contra."Pone en peligro 450.000 trabajos en España" y es "un mazazo" a las 250.000 explotaciones agrarias a nivel nacional, según la organización agraria COAG.


Cuando no hay dinero, parece que no hay indicación quirúrgica. Esta foto que pongo es de una paciente que presenta hallux valgus acentuado con dolor y queratosis en el mismo hallux, pero que no tiene indicación quirúrgica según le cuenta en el sistema andaluz de salud publica. Hubo una época que todo era operable.



20 Claves para reconocer un Médico Imbécil….


Es imposible huir de ellos. Nos rodean. Establecen las reglas del juego y nos obligan a jugarlo. Si la moneda sale cara: ganan ellos, y si sale cruz: nosotros perdemos. Tienen, en el lugar del corazón, su propio ombligo. Sonríen felices como conejos, sólo porque son idiotas como lagartos.
Van 20 claves. Pero hay más, muchas más. Casi todas ellas las he identificado en mí mismo en algún momento de mi vida. He superado unas pocas, pero el resto me vuelven a crecer como una hierba empecinada que se resiste a morir. Ustedes ya saben, ese imbécil también soy yo.

1.     Supone que su condición de médico lo habilita para opinar con impunidad de todo cuanto se le ponga delante. 
2.     Considera que sus explicaciones respecto de los acontecimientos de la vida de las personas son: suficientes, únicas, verdaderas.
3.     Convierte a todo diagnóstico en un juicio moral, distribuye culpabilidades y aplica sanciones. Su práctica es policial y él se siente un gendarme de la “vida correcta”.
4.     Piensa que los modos de existencia de las personas obedecen a decisiones racionales y voluntarias. 
5.     No educa ni hace sugerencias, ¡da órdenes! Y acusa a quienes no las cumplen por su debilidad de carácter o su escasa inteligencia para comprender sus razones autoevidentes.
6.     Se siente autorizado a dar consejos sobre la vida privada de las personas, especialmente cuando nadie se los pide. Sus temas preferidos son: las relaciones personales, la conducta sexual, los valores, incluso cuando es evidente que carece de la más mínima aptitud para hacerlo.
7.     Cree que acumular información es garantía de “conocimiento”.  Que la mera suma de datos produce el “significado”.
8.     No establece diferencias entre la epidemiología y la clínica, entre las poblaciones y los individuos. 
9.     Considera que las “probabilidades” son “hechos”.
10.   Considera que el ejercicio de la medicina consiste en la aplicación automática de un conjunto –bastante limitado- de algoritmos y cursos de acción.
11.   Reconoce la existencia del error, pero sólo en los demás. 
12.   Comprende el significado de la “incertidumbre clínica”, pero jamás la ha sentido personalmente.
13.   Tipifica a todas las emociones y sentimientos como síntomas y actúa en consecuencia.
14.   Piensa que enseñar es exhibir lo que conoce como un tesoro al que sólo él tiene acceso.
15.   Cree que el reconocimiento no proviene de las personas sino de los journals.
16.   Piensa que los más  jóvenes son tan ignorantes que no pueden reconocer sus méritos por lo que no se le acercan. Jamás se le ha ocurrido pensar que, precisamente porque reconocen sus atributos, es que huyen de él como de la peste.
17.   Siempre encuentra escenarios donde exhibirse. Supone –¡está convencido de ello!- que los demás quieren saber de él y conocer el repertorio completo de sus merecimientos.
18.   Convierte todo lo que toca en instrumento para su promoción personal. Sus actos son mercancías y sus únicas recompensas “utilidades”.
19.   Busca la fama, la exhibición y el dinero porque supone que los merece. Ignora  la solidaridad, la gratitud y la austeridad porque no imagina para que sirven.
20.   Circula satisfecho y feliz con su producto –que es él mismo- pero sólo porque su propia vulgaridad le impide advertir el bochornoso espectáculo que representa.




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